Del 25 al 28 de abril, un grupo de 32 adolescentes de 1º a 3º de ESO, pertenecientes a la parroquia de Santa Teresa de Jesús, junto a 3 catequistas y don Julio Gómez, sacerdote, vivimos una experiencia única de fe y fraternidad en Roma con motivo del Jubileo de los Adolescentes.

Los adolescentes, miembros del grupo de catequesis Edge, peregrinamos hasta la Ciudad Eterna con el deseo de ganar el Jubileo y abrir nuestro corazón a la gracia que la Iglesia ofrece en este Año Santo. Durante cuatro días intensos, recorrimos los principales monumentos de Roma: la tumba de San Pedro, el Coliseo, la iglesia de San Ignacio, el Panteón, la plaza Navona y la plaza España, entre otros, empapándonos de historia, belleza y espiritualidad.

Más allá de lo turístico, y de los deliciosos helados que todas las noches disfrutamos, la peregrinación fue una oportunidad para afianzar la amistad, compartir la fe y descubrir que la Iglesia es mucho más grande que nuestra parroquia: en el Jubileo participaron adolescentes de todos los rincones del mundo, llenando las calles y las iglesias con su alegría juvenil y oración sincera.

Con tristeza vivimos la cancelación de la canonización del Carlo Acutis, pero el corazón de la Iglesia latía con fuerza en Roma. Fuimos testigos del funeral del Papa Francisco, una experiencia sobrecogedora, de la preciosa misa de clausura del Jubileo de Adolescentes, la mañana del domingo 27 de abril, y de los preparativos que anunciaban ya un nuevo cónclave.

En medio de todo, hubo espacio para la celebración, el silencio, la confesión, la Eucaristía y el compartir cotidiano. Volvimos a casa con el alma llena, habiendo crecido como discípulos de Jesús, con ganas de parecernos más a Él y seguir aprendiendo a amar como Él nos ama.

Para mí ha sido una experiencia muy bonita, llena de fe y alegría, aunque con momentos de estrés y desorden. Sin embargo, la felicidad e ingenuidad de los niños ha tocado profundamente mi corazón, haciendo que todo valga la pena. Este viaje ha hecho crecer mi relación con ellos, así como mi vocación de ser catequista”, asegura uno de los jóvenes que acompañaron a los chicos. 

Otro testimonia: “para mí este viaje ha supuesto un dejarse llevar y sorprender en todos los sentidos. A pesar de las dudas y el caos ante los constantes imprevistos, las multitudes y el aparente despiste de los niños, siempre ha estado presente la confianza y la esperanza. Vuelvo muy feliz y con ganas del próximo encuentro juvenil”.

Y una joven peregrina señala lo que han supuesto para ella estos días breves pero intensos: “Vivir el Jubileo de Adolescentes en Roma ha sido una experiencia única que me ha llenado de fe. Me sentí muy cerca de otros adolescentes de todo el mundo y mi grupo parroquial está mucho más unido. Compartir momentos de oración y esperanza ha sido emocionante. Ha sido un viaje que me ha hecho crecer por dentro y que nunca olvidaré”.

Experiencias así marcan el corazón, forjan el carácter y se recuerdan toda la vida. ¡Ojalá todas las semillas sembradas en el Jubileo de los Adolescentes en nuestros chicos puedan ir germinando cada día!

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