El domingo 26 de septiembre celebramos el día del migrante y el refugiado, tan de actualidad en nuestro país.

El objetivo de este domingo es, mediante la meditación y la oración, tomar conciencia de la situación del mundo en el que vivimos ante el desafío de las migraciones y las oportunidades que nos ofrecen de cara al futuro.

Los obispos de la subcomisión (miembros de Comisión Episcopal para la Pastoral social y Promoción humana) nos recuerdan que «para responder en clave de <nosotros> se nos llama a poner todo el esfuerzo en constituir, con todos, un sistema que normalice la migración legal y segura a largo plazo, y que se base plenamente en una ética apoyada en los derechos humanos, en el horizonte de fraternidad universal y en el derecho internacional».

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